miércoles, 9 de noviembre de 2011

VER LO OBVIO


Este ensayo puede resultar de lo más simple, que parecerá estúpido, de tan obvio.
El tema de ver lo obvio es un tema espiritual, porque ver lo obvio significa claridad, ver las cosas como son, de manera simple, con ojos inocentes, desde la conciencia, sin la carga del pasado que arrastra nuestra mente, y que distorsiona la realidad. La realidad es siempre nueva, siempre fresca, siempre nos está invitando a vivir y expresar lo que somos.
Primer cuentito: un maestro espiritual cae junto a dos discípulos por la borda de un velero, y nadie se percata de eso. Los alumnos le dicen al maestro: “tu que puedes hablar con Dios, ¿qué le pedirías en este momento en el que podemos morir ?”. Bien, el maestro espiritual, como lo habrán adivinado, les dice: “que vuelva el velero”.
Yo solía jugar con mis hijos más pequeños a las adivinanzas obvias, y nos divertíamos mucho. Por ejemplo: ¿por qué el caballo no puede saltar un pocito?, y la respuesta es: porque no hay ningún pocito. Otra: ¿Por qué ningún chico baja por la escalera del hotel?, Y la respuesta es: porque no hay ningún chico en el hotel.
Otras adivinanzas obvias son las que tienen la respuesta en la misma pregunta. Por ejemplo: ¿por qué las estrellas brillan en la noche?, y la respuesta es: porque las estrellas brillan en la noche. ¿Por qué los pájaros vuelan?, porque los pájaros vuelan.
Mi madre tenía un cuadernito en el que anotaba “frases obvias”, lo hacía en broma, eran del estilo: “si no te gusta algo, no lo compres”. Yo le decía,  que una persona que siga los consejos de ese cuadernito, seguramente le va a ir bien en la vida, no va a errar en lo evidente, en lo importante.
Hay personas que funcionan perfectamente en esta realidad porque saben ver lo obvio, y aunque no tienen estudios académicos, se dan cuenta de lo que hace falta, de lo que no funciona, y otra gente con grandes conocimientos técnicos, la complica demasiado y se le escapa lo obvio, y nunca van por el camino de lo práctico y eficiente.
Y aquí pasamos a algo más profundo que es “ver lo obvio” de lo que nos sucede. Cuenta Osho que viene una señora a una de sus charlas y le dice: “Aquí estoy, pero siento que no debería estar acá, ¿qué debo hacer?”, y él le responde: “vete ya mismo”. Hay que ser consecuentes con lo que sentimos, con lo que nos dice el corazón.
Por ejemplo, alguien dice: “no me siento capacitado para aceptar una pareja en mi vida”. Lo que debe hacer es “no aceptar momentáneamente una pareja en su vida”. Muchas veces se nos escapan estas obviedades porque apenas aparecen queremos modificarlas, no queremos que sean así. Si pensamos: “no estoy decidido, entre esto y aquello”, lo obvio es que no estás decidido, que no es clara la elección, que no debes tomar decisiones en ese momento, con los datos o la información que dispones. Y cuando nos sentimos de determinada manera, cuando nos sentimos agobiados, deprimidos, lo que sea, hay que aceptar eso, sentir que estamos deprimidos y darle lugar a que se exprese todo ese sentimiento, que de ahí puede florecer algo auténtico, y no escapar hacia lo que pretendemos querer sentir, diciendo “debo estar de esta manera y no de la otra”.
A veces pienso que a Dios,  a nuestro Ser, no lo vemos de tan obvio que es, y estamos apoyados continuamente en nuestra Conciencia Eterna, pero al ser algo constante, al estar siempre, no la vemos, tenemos que desacondicionarnos para ver lo que somos, para ver lo obvio.

Daniel Ilari - 2002

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