jueves, 10 de noviembre de 2011

SOBRE LA EDUCACIÓN


El educador tiene que saber, que la persona aprende no sólo por la vía intelectual, el mensaje, para ser efectivo, tiene que ir por la vía mental, afectiva, física y espiritual.
O sea que, si tenemos todas las corrientes que he nombrado dispuestas a aprender, la enseñanza se hace posible, de otra manera, es una lucha entre intereses en el educando. El tema afectivo y la confianza que tiene el alumno en la capacidad del profesor, son tremendamente importantes para un buen aprendizaje. El profesor tiene que cuidar mucho la autoestima del alumno, y nunca herirlo en el aspecto emocional, afianzar a los alumnos en que son capaces de lograr lo que se propongan y que tienen las condiciones necesarias, porque es la verdad, dentro de nosotros, todos tenemos las condiciones necesarias para ser un dechado de sabiduría, es nuestra naturaleza.
El educador debe saber, que nunca es importante la materia que enseña o el programa impuesto, eso es secundario. El buen educador enseña muchas otras cosas que son más importantes. Esto nos lleva a que sea preferible aprender cualquier cosa con un buen maestro, a algo muy interesante con un mal maestro. El buen maestro nos enseñará muchas cosas adicionales, nos enseñará a encarar un tema complejo, a analizarlo, a comprenderlo, a sintetizar lo importante, a aprender a estudiar, a aprender a aprender, finalmente, habremos aprendido, además de la materia, toda una serie de herramientas que nos serán útiles en la vida. Además nos dará un modelo de persona, con sus virtudes, con sus actitudes, con su manera de resolver problemas y tratar con las dificultades que se presentan. Si el educador consigue que lo que enseña les interese a sus alumnos y le agrade seguir profundizando en el tema es el mayor logro.
El educador debe saber que la sabiduría siempre es la expresión de distintos grados de lo mismo. La sabiduría no tiene contrario, no existe un contrario para la sabiduría ni para cualquier virtud, sólo hay distintos grados de inteligencia o sabiduría. Según esto no hay nadie que sea estúpido, tal vez sea una persona que todavía expresa poco de su sabiduría. Los alumnos van progresando de a poco en esa expresión de su sabiduría interior. No tiene mucho sentido esas calificaciones respecto a un nivel predeterminado, lo ideal sería ver cómo progresa cada persona respecto a sí misma. Y siempre que no haya progresos, es mayor la responsabilidad del profesor que la del alumno.
Lo más importante que el educador puede lograr, no es que los alumnos adquieran conocimientos, ya que estos pronto se olvidan, lo que importa es que enseñe a usar la conciencia, que enseñe a pensar correctamente. Pensar correctamente, implica saber resolver problemas, saber distinguir lo importante de lo accesorio,  saber identificar los problemas, saber ponderar la importancia relativa que tienen, saber ver las cuestiones de manera sistémica, ya que todo está relacionado con todo, implica darse cuenta cuando el problema no tiene solución en ese nivel, sino que requiere un cambio de perspectiva, implica aprender a reunir datos para poder decidir, implica saber profundizar en un tema, si fuera necesario, y muchas otras cosas. Luego de toda esa sabiduría a nivel mental, hay que integrar, como decíamos, el aspecto afectivo y humano. Nunca las ideas o los conocimientos, son más importantes que las personas.
Recién ahí, al integrar capacidades y conocimientos con lo afectivo, con el amor, surge la verdadera comprensión. Y los colegios no aportarán sólo conocimientos, sino sabiduría, y su producto serán personas completas.

Daniel Ilari - 2002

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