lunes, 7 de noviembre de 2011

LA VIDA, ESE JUEGO DE LA CONCIENCIA 2


   Seguimos meditando sobre el tema de que la vida es un juego de la conciencia.

   Podemos pensar en la conciencia, como en el elemento básico necesario, para que algo mejore o cambie. Por ejemplo, tengo un jardín y no le presto ninguna atención y es un abandono; la única manera de mejorarlo, de volverlo más hermoso, es de que le prestemos conciencia: veamos qué plantas hay que renovar, qué rincones están llenos de malezas. Digamos que la misma conciencia, no es algo  muy distinto de lo que podríamos también llamar, nuestro amor.

   Nuestro cuerpo, parecería que se resiente cuando está sumido en nuestra inconciencia. El dolor, es la manera con que el cuerpo muchas veces pide nuestra atención, y, desgraciadamente, se suele abusar de los analgésicos, que tapan el dolor y, por lo tanto, solemos olvidarnos del asunto, de la causa, que puede ser una infección o cualquier cosa que está entorpeciendo el funcionamiento normal de nuestro organismo. Aquí parecería ser que la conciencia se asemeja a la vida o a la energía.

   Lo que es conciente para nosotros, lo que se ha vivido con energía, atención, afecto, es real, es parte de nuestra realidad. Las cosas reales para nosotros, son las que hemos vivido con conciencia. Hechos que ocurrieron en el pasado, nuestros afectos, son reales para nosotros, así haya transcurrido mucho tiempo, por la atención, conciencia y amor que invertimos en ellos.

   Las metas que tenemos en la vida, nuestros sueños, desde los más materiales hasta los más elevados, tienen que ver con nuestro anhelo de tener más conciencia. Por ejemplo, nuestro deseo de tener éxito, dentro de los parámetros habituales, o sea, dinero, casa propia y confortable, profesión y reconocimiento de los demás, todo tiene que ver con nuestro anhelo de tener más conciencia, para tener todas esas cosas, y poder mantenerlas, vamos a necesitar más conciencia. Diciéndolo de otra manera, vamos a tener que ser más inteligentes, más hábiles, disponer de más energía y sabiduría.

   Y aquí entramos en la misma vida espiritual, en la realización espiritual de nuestra vida. La conciencia que tengamos de nuestra parte espiritual, de nuestro ser profundo y silencioso, es la base y el fin de lo espiritual. Nuestra parte espiritual, no es real para la mayoría de nosotros porque está en lo profundo de nuestro ser, de nuestro interior, más allá de la mente y las ideas, y no le prestamos ninguna atención y no es real en nuestra vida. El camino espiritual sería invertir nuestra conciencia en la conciencia misma, en nosotros mismos y en la raíz de nuestra vida y de nuestro amor.

Daniel Ilari - 2006

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