miércoles, 9 de noviembre de 2011

LA VIDA, ESE JUEGO DE LA CONCIENCIA


La conciencia y nuestra capacidad de estar concientes, parecen ser de fundamental importancia en la vida. Hasta el punto de que la vida puede verse como un juego de la conciencia. Es muy difícil definir la conciencia. Por los efectos, sería nuestra capacidad de estar atentos, de darnos cuenta de las cosas, de percibir con una mente silenciosa y alerta.

Podemos ver, por ejemplo, todo el tema de la educación. ¿ Qué es lo que uno aprende básicamente ? Uno siempre aprende a tener conciencia de algo. Si uno aprende historia, será para tener más conciencia de lo que ocurrió en el pasado, si uno aprende dibujo, será para tener más conciencia del modo de representar algo.

Así también lo referido al trabajo y a la profesión. Uno contrata o paga siempre por la conciencia. Por ejemplo, le pago a un doctor, porque tiene más conciencia que yo sobre cómo funciona un organismo. Le pago a un ingeniero para que me asesore sobre un tema que, seguramente, tiene más conciencia que yo. Y si contrato a alguien para que me ayude, será para que aporte su conciencia en algo que yo no puedo o quiero hacer.

En los colegios, se enseñan conocimientos, en general, de manera teórica. Aunque hay una idea de que el aprendizaje vivencial, es mucho mejor, lo que se aprende haciendo, o sintiendo. Un niño recordará mucho mejor lo que es un conejo si lo tiene en sus manos, que si lo aprende de un libro. De todos modos, diría que los chicos aprenden más sobre la conciencia en los recreos que dentro del aula, ya que los juegos siempre tienen que ver con la conciencia, con nuestra habilidad de estar atentos, de darnos cuenta. Así tenemos a “la popa”, “la escondida”, “ladrón y policía”, etc. Es interesante considerar que en culturas americanas antiguas, se enseñaba fundamentalmente a ser concientes. Era imprescindible para poder sobrevivir. A veces ponían “al alumno”, en situaciones de peligro, a propósito, porque uno invierte toda su conciencia en esos momentos. Hoy habría que valorar el entrenamiento de la conciencia, más que la adquisición de conocimientos teóricos. ¿ De qué sirve un chico que sepa mucha geografía, si, al cruzar la calle, por no estar atento, corre riesgo de que lo atropelle un auto ?

Los buenos modales, las normas de convivencia, la amabilidad, cuando una persona es “educada”, cuando es “atenta”, tienen que ver con nuestra capacidad de estar concientes de lo que puede afectar o necesita la otra persona.

La misma vida, desarrolla la conciencia, y parece ser el mismo sentido de la vida. A medida que pasan los años, la persona va evolucionando en ese aspecto. Y esta realidad “castiga” al que no es conciente. Si uno va distraído, pisa un pozo, y se quiebra un tobillo.

Casi todo el camino espiritual no es más que despertar nuestra  conciencia. Cuando uno medita, relaja la mente, y aparece la conciencia en primer plano. La conciencia no es algo de la mente, y sería, lo que a mi entender, trasciende la muerte. Es la parte nuestra que más asemeja a Dios.

Daniel Ilari - 2003

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