viernes, 11 de noviembre de 2011

PENSAR EN EL BIEN DE TODOS


   Pensar en el bien de todos puede resultar, para algunas personas, algo novedoso. Pensar en el bien de todos, no es: “pensar en el bien de los demás”, lo cual crea una división, los demás por un lado, y yo por el otro, sino que significa que hay un sólo bien, el de todos.
   Podemos tomar un ejemplo de la anatomía humana. Supongamos que pensamos en el bien del hígado. Es imposible pensar en el bien del hígado independientemente del bien de los demás órganos del cuerpo, todos están tan íntimamente unidos e interrelacionados, que no hay forma de que uno vaya bien y al otro mal. Así también, los seres humanos somos parte de una misma humanidad, y el bien de cada uno debería ser siempre el de todos y viceversa.
   Los avances científicos nos muestran cosas que no terminamos de entender. Por un lado, estudios físicos demuestran que no hay separaciones en la realidad, lo que parece el espacio vacío, tiene también su estructura y conecta a los cuerpos que están en él. Los astrónomos saben que el vacío se curva, y la luz de una estrella cambia de dirección al pasar cerca de un cuerpo de masa considerable.      La misma ley de la gravedad, se debe a que el espacio está curvado cerca del planeta, por lo que los cuerpos caen hacia abajo. Cuando podemos interpretar esto, nos damos cuenta que no somos cuerpos aislados, separados, estamos unidos, somos todos parte de la misma película, de la misma sopa.
   No podemos estar nosotros bien y los demás mal. Tarde o temprano, nos empezarán a arrastrar inevitablemente. Hace unos años atrás, yo planificaba  mi  empresa, y me iba bien con los productos que vendía. Pero la situación de mis clientes empezó a empeorar por diversas razones, básicamente, menores precios de lo que producían, endeudamiento y años que no fueron buenos para las cosechas.    Uno puede pensar legalmente y decir: “¿ yo qué culpa tengo de que al otro le fue mal en su planificación ?, ¿ por qué no se cubrió de esos riesgos?”. Por más que uno quiera deslindar la responsabilidad, no evitará el hecho de que cuando a los clientes les va mal, nos arrastran también a nosotros, se demoran los pagos, aumentan los incobrables. No hay forma de que nos vaya bien y a nuestros clientes mal, sin que se produzca una crisis.

   Y ahora vamos a un tema más profundo. El bien y el mal, el bueno y el malo. Este es un tema importante porque es una de las causas de la desgracia en el mundo. El bien y el mal son conceptos de la mente humana, la mente humana opera de manera dual, piensa: grande/chico, liviano/pesado, etc.  Con el ejemplo de la temperatura lo veremos. La mente humana en ese caso dice: “calor y frío”. Estos conceptos no existen en la realidad. En la realidad existen distintas temperaturas desde el 0 absoluto ( 273,5 ºC bajo cero ) hasta millones de grados centígrados. Calor y frío son términos netamente humanos, en los que la mente compara las temperaturas con lo que considera agradable para su cuerpo. Entonces decimos “hace 5 grados bajo cero, hace frío”, pero si pensamos en 200 grados bajo cero, 5 grados son relativamente “calientes”. Volviendo al bien y al mal. El mal no existe, lo que existe son distintos grados de bien, desde un bien muy pequeño hasta un bien espectacular. Por ejemplo, alguien que mata al perro del vecino porque lo molesta con sus ladridos, es un bien pequeño, porque es un bien egoísta, y no considera la vida del animal.
   Y alguien que da la vida para salvar a los demás, es un bien muy grande, que indica un grado de amor superlativo en esa persona.
Teniendo en claro lo anterior, pasamos al “malo”. El malo, no existe, existen distintos grados de buenos. Hasta una persona totalmente desequilibrada que mata a la gente porque cree que lo van a dañar a él, tiene una parte de bien, ya que cree equivocadamente, que es la forma de protegerse. El “malo” es también una víctima. Easwaran cuenta que en la india una vez atraparon un muchacho, que se había criado en un puerto, porque había matado a una chica tratando de violarla. Y dice: “si se piensa desde el punto de vista de la chica, a ese muchacho hay que condenarlo a muerte “. Ahora, el comenta: “yo sé dónde se han criado esos muchachos “. En ese ambiente, cuando tienen 12 años, ya lo violaron 12 veces”. Y comenta finalmente, el daño ya está hecho, ahora no se puede remediar, la víctima ha muerto, y el muchacho condenado también, ambos fueron víctimas,  lo que se debe hacer es prevenir, con un trabajo de asistencia social, que haya muchachos que tengan ese estilo de infancia atroz. Dicho sea de paso, cuando los padres le dicen a su hijo “sos  malo ”, están creando una confusión terrible en su mente.
   Y, en el mundo, hay quienes piensan: “hay que matar al malo”, “el mundo será feliz cuando hayamos matado a todos los malos”, “los buenos por aquí, los malos por allá”, “los buenos en el cielo, los malos en el infierno”, y esa es una manera errónea de pensar, y por eso el mundo no descansa de guerras. El mundo feliz se construirá integrando a todos. Los “malos” son gente que necesita ayuda, que tienen que corregir mucho su manera de ver las cosas, pero deben ser comprendidos y escuchados para ver la manera de evitar daños en el futuro, no para castigarlos. Y los “buenos” también deben progresar mucho. Recuerdo una película de James Bond, que para escapar de un barco de “malos”, mata como a 100 personas, y uno se pregunta: ¿éste es el bueno ?, uno piensa: “ aquí, realmente, no hay ningún bueno”. Las guerras, son siempre una muestra espectacular de estupidez, por más “malos” que pinten a los “malos” y por más avanzados tecnológicamente que sean los “buenos”, la guerra demuestra una muy pobre  comprensión de la realidad. Con guerras, sólo se generan más resentimientos, más crueldades y muertes. Si “los buenos” tiran una bomba y matan a un ser querido de alguien, esa persona que sufre  será la primera en ofrecerse para pilotear un avión suicida contra los “buenos”. El “malo” tiene sus razones, y el mismo “bueno”, muchas veces, las está generando. Si el “bueno” es el cerebro y el “malo” el intestino grueso, igual, para que la humanidad se salve, ambos deben  trabajar en conjunto, pensando en el bien de todos y no parcialmente. No hay forma de que el cerebro viva sin el intestino grueso.
   El “bueno” será el que integre, el que recupere, el que salve al “malo”, no el que lo mate o lo castigue. Me gustan esas historias que terminan recuperando al “malo”, salvando su alma, y no aquellas que parecen que terminan bien, porque el “bueno” mató al “malo”.
   Somos parte de la misma película. Hay que mejorarla, tenemos que crecer en el amor y la comprensión, para integrar a todos en un nuevo mundo de amor.
   La revolución debe darse en nuestro interior, en nuestro corazón y en nuestra conciencia, y empezaremos a pensar correctamente, en el bien de todos.

Daniel Ilari - 2002

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