viernes, 12 de agosto de 2016

EL PLAN Y LA REALIDAD .................Daniel Ilari/ 2005


   Cuando somos niños, nuestro mundo interior es tan intenso, que solemos pensar que el mundo exterior se tiene que adecuar a nuestras necesidades y deseos. Y nuestros dibujos son, más que nada, una representación simbólica de la realidad. Nuestra representación se irá ajustando a la realidad exterior a medida que nosotros mismos vayamos agudizando nuestra visión, nuestra conciencia de las cosas. Los enojos, los caprichos y la congoja del niño, suelen tener que ver con esa desilusión de lo que ellos esperaban y lo que la realidad es.
   Cuando planeamos algo, lo hacemos desde nuestra mente, desde nuestra imaginación. A veces, los planes parecen maravillosos, y, sin embargo,  chocan con la realidad y no funcionan. Nuestros planes suelen caer estrepitosamente, como aquellas máquinas que intentaban volar en los inicios de la aviación. Se conservan imágenes de esos intentos fallidos por despegar del suelo y, al verlas,  nos causan mucha gracia. Ese desajuste entre lo que el inventor imaginó y cómo funciona en la realidad, es lo gracioso, y cuanto mayor el desajuste, mayor la gracia que nos causa
    Puedo contar una anécdota referida a un agricultor de mi región. Su campo queda sobre la ruta y yo pasaba a diario y veía lo que sucedía. Sembró el maíz en medio de un bosque de malezas, y aplicó un herbicida de los que se llaman “totales”. Me parecía ver su idea, de que al nacer el maíz las malezas estarían muertas por la acción del herbicida total, el plan podría haber funcionado. Sin embargo, una de las malezas ya era grande y resistió al herbicida,  y el pobre agricultor tuvo que ver crecer a su maíz  en los claros del bosque de esa maleza.
   La realidad permite distinguir al genio del loco o delirante. El genio tiene ideas descabelladas, y sin embargo, muchas funcionan en la realidad. Nos parecen descabelladas porque son nuevas, no tienen modelos o referencias anteriores. En cambio los planes del loco no se ajustan de ninguna manera a la realidad. La realidad es el juez imparcial entre ambos.
   Y me resulta muy entretenido ver el tema del tiempo, nuestra capacidad de administrarlo y de ser objetivos con los tiempos que disponemos.  Nuestro mundo de ideas, dice: ”voy a ir acá, allá, voy a hacer esto y aquello”, y, suele ocurrir, que, en el tiempo que disponíamos, no hicimos ni la mitad de lo planeado. Nuestra capacidad de ser objetivos al manejar el tiempo, también indica nuestra capacidad de ver la realidad, más allá de lo subjetivo.
    El plan y la realidad suelen no ajustar porque no se consideraron factores del sistema,   factores que eran necesarios considerar, o porque ocurren imponderables, que también es necesario considerarlos. Por eso los ingenieros cuando calculan el grosor que tiene que tener una columna para sostener un peso, siempre van a agregar un coeficiente de seguridad, al mero cálculo matemático.

    Lo interesante de este juego del plan y la realidad, es que también va a tener incidencia sobre nuestra capacidad de ser dueños o víctimas del destino. Si tenemos la visión infantil  de “todo se va a ajustar a lo que queremos”, si distorsionamos la realidad para que coincida con nuestro deseo, si pensamos que el plan va a funcionar o que vamos a llegar a tiempo porque Dios nos va a ayudar, vamos a ser continuamente víctimas del destino. En cambio, si empezamos a ver al mundo como es, sin cargarlo con nuestros colores, y consideramos todos los factores del sistema, y consideramos que siempre hay probabilidades de que ocurran imponderables, y más aún, si prevemos que haríamos en esas circunstancias, nos sentiremos un poquito más dueños de nuestro destino. Y puede que hasta nuestros planes, incluso funcionen, a veces.

Daniel Ilari - 2005

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